Es 24 de Febrero. Estoy solo. Muy solo. Mi familia está muy lejos, mis amigos de verdad también, y la persona que compartía mi camino como pareja dejó de estarlo, en parte por la distancia, en parte por mi inmadurez... no es nada raro ni nuevo, pero todo pasa por algo... y de todo se aprende amigo... anda, sal de casa, vete a descubrir la isla, piérdete lento y sin prisa, a ver a donde llegamos... y surgió ésto:
"Un poco de crónica de un domingo a lomos de la Suzuki Van Van: He salido un poco tarde de casa dispuesto a perderme por las carreteras de las medianías; pero que más da la hora, no tengo otro plan que explorar, pasear y disfrutar; sólo quiero estar por el oeste de la isla sobre las 6 para que me de tiempo a ver el atardecer.
Lo dicho, he salido rumbo al centro desde Telde a eso de las 12, y nada más llegar a Valsequillo la pared verde que se levantaba delante de mí ya me hizo decir por primera vez en el día "que locura"... Los barrancos, las vaguadas y los escarpes se dibujaban perfectos gracias a que el día estaba claro, y su verde era intenso..."que locura" y soltaba una risa nerviosa dentro del casco...Cuando alcancé Tenteniguada (me encanta la sonoridad de algunos de éstos nombres) me aventuré por un camino hasta ahora desconocido para mí y subí por Casas Blancas hasta que acabé escalando, literalmente, con la moto un pequeño sendero sin asfaltar, en primera y tranquilo llegué hasta donde el camino me dejó y paré el motor. Sólo se oían cantos de pájaros y el zumbido de los insectos, nerviosos ya por la floración.
Me llamaron la atención unas formaciones rocosas muy curiosas, eran roques ya muy erosionados, y uno de ellos parecía mantenerse en equilibrio sobre una base más estrecha. Me quedé un rato allí, perdido en medio del barranco, sin hacer ni decir nada, sólo estando, sólo escuchando...
Cuando recorrí el camino a la inversa me dirigí hacia San Mateo, de ahí a Valleseco, y luego hasta Artenara. Barrancos, curvas, verde, azul y negro. Negro de la roca, azul del cielo y verde de mil tonos: líquenes, helechos, pinos, castaños, almendros en flor...
Paraba cada 6 o 7 curvas porque merecía la pena pararse a contemplar el paisaje, y, llegando a Artenera...Tenerife se recortaba perfecta con el Teide imponente sobresaliendo del mar de nubes..."que, locura...".
De ahí hasta mi regreso esa silueta no dejó de acompañarme. Una vez en Artenara ni me paré, iba con el ritmo fluido y me dejé llevar hasta mi última parada: los pinares de Tamadaba (me encanta la sonoridad de algunos de éstos nombres). En cuanto comencé a rodar por el asfalto de esta zona noté que me cruzaría con poco tráfico, y así fue. Llegue a las 6 a mi parada final, al borde de la carretera, a más de 1000 metros de altitud, con unos acantilados cuajados de pinos y mirando al oeste. Paré el motor y me dispuse a dar buena cuenta de mi jamón "der güeno". La definición de lo que se siente allí es PAZ. Sólo se escucha el viento meciendo las acículas, e incluso, si se presta atención, las olas romper en las playas inaccesibles que se ven en la base de todo el edificio natural. Un vencejo me ha sacado una sonrisa cuando ha pasado y ha soltado su peculiar gritito...me encantan esos bichos, de hecho, yo soy uno, ya lo contaré...
Y ahí me he quedado, disfrutando del jamón, la paz y el paisaje hasta que ha dado comienzo el espectáculo...y que espectáculo. No lo voy a describir, hay fotos que lo reflejan mejor, pero en las fotos no huele a pino, ni se oye el silencio...cuando el motor de todo este tinglado se nos ha escondido eran las 7. Me he despedido con un "hasta mañana amigo", me he abrigado, y de vuelta; pero la cosa no acaba ahí. Al rodear el parque de Tamadaba ya con los colores rojizos del ocaso en los retrovisores, se ha lucido la Luna!, que a un día de estar llena estaba preciosa, y lo mejor es que iluminaba al siempre vigilante Nublo, al que no había visto hasta entonces, "QUE LOCURAAA".
Ya de vuelta a casa y con el móvil sin batería (así que no hay pruebas gráficas) he contemplado, bajando por Teror, tooodo el mar de nubes iluminado desde arriba por la luna...jojooo, "que locura"...de ahí hasta casa sólo cabe recalcar que ni el frío, ni conducir de noche por carreteras reviradas y bacheadas desmerecen en absoluto lo que hoy he vivido. 8 horas, 140 km, 6 euros de jamón der güeno y otros 4 de gasolina...la sonrisa mental a prueba de telediarios, jefes, estreses y problemas no tiene precio.
Buena semana a tod@s."
Bienvenidos a mi mundo...
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